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Perfiles de personajes históricos que merece la pena conocer

Personaje colectivo: Los ocho de Haymarket

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Los ocho hombres que se conocerían como los ocho de Haymarket o "mártires de Chicago" consiguieron a finales del siglo XIX que culminara un movimiento social de más de 80 años y apuntalar una mejora de la calidad de vida a nivel global que ha perdurado hasta nuestros días, pero a cambio, y a su pesar, de dar la propia vida. La suya es una historia de injusticia y de violencia, del destino del pez pequeño que se enfrenta al grande, del peaje de la sangre.


El 1 de mayo de 1886 vencía en Estados Unidos un ultimátum dado por el principal sindicato del país, la Federación Americana del Trabajo, para que el sector privado atendiera una antigua demanda de los trabajadores antes de abocar a medio país a una huelga general: la regulación de la jornada de trabajo. Esta reivinidicación había comenzado en 1803 en Nueva York como un movimiento para poner límites a la disponibilidad sobre el trabajador, pues entonces la legislación sólo imponía que no se trabajaran más de dieciocho horas diarias, y "salvo caso de necesidad". Con los años la reivindicación se extenderá a todos los sectores y a todos los Estados industrializados, primero para conseguir reducir las jornadas laborales de 14 a 10 horas diarias, y para limitarlas a 8 horas después de que en 1953 el presidente Johnson estableciera mediante la Ley Ingersoll esa jornada para todos los empleados públicos. El conflicto se agudiza a partir de 1867, porque habiendo aprobado la mayoría de los estados leyes que reducían la jornada laboral a 8 horas también en el sector privado, éstas se habían convertido en papel mojado en manos de las empresas.

Huelga de trabajadoras de los almacenes Woolworth (Nueva York) en favor de la jornada de 40 horas semanales

Cuando llega la fecha establecida, en muchos estados se consiguen hacer cumplir dichas leyes sólo con la amenza de la huelga, en otros se obtiene el reconocimiento de la jornada de 8 horas cuando miles de trabajadores salen a la calle y paralizan por un día la industria. No ocurrirá lo mismo en Chicago, la segunda ciudad de Estados Unidos, la más industrializada, receptora histórica de grandes masas tanto de población rural del oeste como de inmigrantes europeos, donde se habían establecido los primeros suburbios de obreros, donde las condiciones del trabajo eran las más duras del país. En esta ciudad el 1 de mayo de 1886 se empieza a gestar un enfrentamiento brutal entre los huelguistas, que son una gran parte de la población, y una alianza del poder que incluye a los empresarios, la policía, la prensa y la justicia.

Un polvorín pronto a estallar

En Chicago el conflicto venía de más atrás, y era más profundo: no se trataba ya solamente de dirimir las condiciones laborales en las fábricas, lo que estaba en juego en Chicago como en ningún otro Estado en 1886 era todo un modelo de economía y de sociedad, entendida como ámbito de convivencia: convivencia entre los propietarios hechos a sí mismos en el modelo del viejo oeste americano y las paupérrimas masas venidas de todas partes, gracias al progreso encarnado en la reciente línea de ferrocarril; entre los liberales estadounidenses y los extranjeros ingleses y alemanes, ideologizados en el socialismo y el anarquismo y las revueltas europeas de 1848; entre las clases medias puritanas y una población rural analfabeta y pobre en la que hasta los niños tenían que trabajar para poder comer.

A las demandas de esas grandes masas por dignificar sus condiciones de vida se oponía esa alianza del poder, que en los días previos a la huelga resumía su sentir a través de la prensa generalista calificando al movimiento de las ocho horas como "indignante e irrespetuoso", al tiempo que acusaba a los huelgistas de querer "paralizar nuestra industria, disminuir el comercio y frenar la renaciente prosperidad de nuestra nación" en un momento en que Estados Unidos luchaba contra Inglaterra por la supremacía industrial y comercial. Incluso introducía una idea peligrosa, la de ver a los huelguistas como "poco patriotas".

La espiral de violencia estaba lista para comenzar, de hecho, ya nada podía pararla.

El 1º de mayo llega y en Chicago es un día de proclamas y enfrentamientos en las entradas de las fábricas. El 2 de mayo la policía disuelve violentamente una manifestación de 50.000 personas. El día 3, frente a la fábrica McCormiks, la situación se desboca; ese día intervendrán los hombres de la Agencia de Detectives Pinkerton, una suerte de fuerza paramilitar contratada por los industriales para luchar contra el movimiento obrero; a la violencia desatada por los hombres de Pinkerton contra los huelgistas se une la intervención de una compañía de la policía que dispara contra los manifestantes, matando a seis de ellos. En reacción, se convoca un acto de protesta para el día siguiente en Haymarket Square, donde sobrevendrá la tragedia: alrededor de las diez de la noche alguien lanza una bomba contra los policías que vigilan el evento y estos comienzan a disparar a la multitud, con el resultado de siete policías y cuatro manifestantes muertos, y cerca de 200 heridos.

Hoja volante en la que se convoca la reunión en Haymarket, 4 de mayo de 1886. En su primera versión incluía la frase "Trabajadores, armaos y apareced con toda vuestra fuerza", que fue eliminada en una segunda versión.

Escarmentando al movimiento obrero

Tras los incidentes de Haymarket se detuvo a 31 personas presuntamente implicadas en el lanzamiento de la bomba, de las cuales finalmente se acusaría a ocho. Comenzaba el Proceso de Chicago, el que será uno de los mayores abusos de la justicia en toda la historia de Estados Unidos, porque a los ocho de Haymarket, los futuros "mártires de Chicago", se les juzgó por su orientación política y su condición de propagandistas del movimiento obrero y no por el atentado en sí mismo. El proceso judicial se convirtió en un juicio político ilegítimo y malintencionado que tenía como fin escarmentar al movimiento sindical en su conjunto; no se buscaron pruebas ni se tuvo en cuenta la normativa procesal de la época, pero se les declaró culpables y, salvo uno, todos ellos fueron condenados a muerte.

Juzgados y condenados en calidad de figuras prominentes del movimiento obrero, varios de ellos eran tipógrafos y periodistas de un periódico anarquista que sería clausurado a causa de estos hechos y otro pastor metodista y orador, y los hubo que ni siquera estuvieron en Haymarket el día 4 de mayo. Además, de los siete destinados a morir en la horca solo uno era norteamericano y los otros seis inmigrantes europeos: un inglés y cinco alemanes.

Y es que la inmigración alemana establecida en Estados Unidos, fundadora en 1870 de la primera organización anarquista en norteamérica, había tenido un papel predominante en la agitación propagandística y política de los últimos años y en la reivindicación laboral por las ocho horas y en otras. A ellos se refería el Chicago Herald cuando, en los albores del proceso, pedía que se llevara a la horca a los ocho de Haymarket por ser "gentuza que buscó nuestras costas para abusar de nuestra hospitalidad y desafiar a la autoridad de nuestra nación, y que en todos estos años no han hecho otra cosa que proclamar doctrinas sediciosas y peligrosas". También a ellos apuntaba el fiscal en el alegato final del proceso, al pedir "declarad culpables a estos hombres, haced escarmiento con ellos, ahorcadles y salvaréis a nuestras instituciones y a nuestra sociedad".

Las consecuencias

El 11 de noviembre de 1887 fueron ahorcados los cuatro primeros condenados (August Spies, Adolf Fischer, George Engel y Albert Parsons), mientras que un quinto, Louis Lingg, presuntamente se suicidaba la noche anterior en su celda nada menos que encendiendo en sus labios un cigarrillo cargado de dinamita, lo que le procuró una muerte atroz, y según las autoridades, la policía y la prensa venía a demostrar la condición de expertos y entusiastas de los explosivos de todo el grupo.

El escándalo sacudió al país de tal forma que el gobernador del Estado de Illinios, John Peter Atlgeld, paralizó las dos ejecuciones pendientes conmutándolas por cadena perpetua y en 1893, en un acto de valentía política que le costó la carrera, reconoció que el juicio había sido una farsa, tachó la actuación del juez y del fiscal como "cargada de maligna ferocidad" y otorgó el perdón absoluto a los tres últimos acusados: Samuel Fielden, Oscar Neebe y Michael Schwab.

El jefe de policía que ordenó disparar contra la multitud en McKormicks fue juzgado y condenado por corrupción, mientras que la persona que arrojó la bomba contra los agentes nunca fue identificada.

Paralelamente, la manifiesta ilegalidad del proceso impulsó la causa de la jornada laboral de ocho horas, que por otra parte se había demostrado imparable, y dio lugar a la conmemoración del 1 de mayo como Día internacional de los trabajadores en todos los países democráticos.. salvo en Estados Unidos.

Los ocho de Haymarket: Los protagonistas

Albert Parsons: Estadounidense de Alabama, periodista de profesión y activista por la abolición de la esclavitud, emigró a Chicago tras su matrimonio, entonces ilegal, con la activista negra y mexicana Lucy González. En Chicago se hizo militante anarquista y fue por ello señalado como subversivo y despedido de su empleo en el Times, además de pasar a integrar una lista negra de la patronal industrial. Aunque se probó que no estuvo presente en Haymarket el día 4 de mayo, se entregó para estar con sus compañeros y fue juzgado y ejecutado a los 39 años de edad.

Adolf Fischer: Alemán emigrado a los 15 años a Estados Unidos, fue aprendiz de imprenta y desde 1883 compositor del periódico pro-obrero anarquista en lengua alemana Chicagoer Arberter-Zeitung. Fue ejecutado a los 30 años de edad.

August Spies: Alemán emigrado a Estados Unidos con 22 años, fue tapicero en Chicago y activista sindical, actividad que le puso en contacto con el Arbeiter-Zeitung, del que fue editor desde 1880 hasta su ejecución en 1887. Spies fue el último de los oradores en Haymarket, de hecho, aún estaba en el escenario cuando la bomba explotó. En el momento de ser ejecutado tenía 31 años.

George Engel: Engel emigró a Estados Unidos cumpliendo un sueño juvenil en 1868 y cuando ya contaba con cierto capital. Después de realizar distintos trabajos, abrió una tienda de juguetes en Chicago, donde simpatizó con el sindicalismo y el anarquismo y ayudó como tipógrafo en el Arbeiter-Zeitung. Con 50 años de edad, fue el más mayor en ser condenado por el atentado en Haymarket, a pesar de no haber estado presente ese día en la plaza.

Louis Lingg: Carpintero de origen alemán, tenía 22 años cuando fue condenado a muerte. Su presunto suicidio en su celda la noche antes de la ejecución hoy por hoy se considera un montaje de la policía.


Más sobre Los ocho de Haymarket

Historia del 1º de mayo y los mártires de Chicago



Personaje relacionado: Mary Harris

20 Comments

  1. Muy interesante, Spielberg lleva un tiempo rumiando hacer una peli sobre esto

  2. Pues estaría bien, desde luego tiene todo slos ingredientes

  3. Tremenda historia, y con elementos de mucha actualidad hoy en día...

  4. Buena historia, interesantisimo.
    La lucha de los trabajadores inspiro a muchas peliculas y documentales
    gracias por pasarte por mi blog.

    saludos desde Perú

  5. La pena de muerte, una de las mayores barbaridades que puede hacer un humano, y que aún en 2012 sigue presente en muchísimos países. Triste final :(

  6. Hola, qué buen post!

    Macarronazo; estoy de acuerdo :(

    Por cierto, me estoy leyendo una serie de libros sobre la historia de América del Norte de Isaac Asimov (¡yo pensaba que sólo escribía ciencia ficción!), por si a alguien le interesa leer más de toda esa época...

    Un saludo,

    Jose

  7. hola
    debo reconocer que no sabia nada sobre esta parte del movimiento obrero norteamericano, que siempre me ha parecido muy enigmatico porque no degenero realmente en marxismo masivo.
    Un personaje que encuentro muy interesante desde el punto de vista sindical (y violento) es J. Hoffa, no se Marta si tienes pensado escribir un post sobre el.
    un saludo

  8. gracias por pasarte por mi blog
    buen post
    besiitos

  9. Un artículo muy interesante. Te seguiré a partir de ahora. Gracias por tu comentario en mi blog.

    Nos leemos.

  10. Gracias a todos por pasaros por aquí y por vuestros comentarios, nos leemos :)

  11. Hola!!!!

    Como si hubiese pasado ayer....cunatas historia que no sè....
    Buen fin de semana con un abrazo de oso.

  12. Gracias, me ha parecido muy interesante. Tenemos que evitar que nos pisoteen aunque sólo sea por lo que lucharon tantos hombres y mujeres para tener unos derechos.

  13. El capitalismo siempre ha estado en crisis, cuando no es económica es de ética y valores. Parece que a esto es a lo que se quiere volver, cada vez se tensa más la cuerda y los estallidos sociales de seguir así serán inevitables.

    Te invito a visitar y a participar en mi blog:

    http://lablogoteca.20minutos.es/la-crisis-del-capitalismo-6706/0/

    Un saludo,

  14. Me encanta el diseño de este blog, además de la información que hay, la cual nos puede servir para documentarnos.

    ¡Suerte! Marta.

    Manu.

  15. Eso también es verdad, ningún derecho se ha conseguido sin más, la mayoría se han tenido que arrncar y ha costado sangre

  16. Me ha encantado leerlo, y creemos que los avances en los derechos sociales son por obra y gracia del espíritu santo.
    Gracias por tu blog, da gusto "perderse en el"

  17. Acabo de descubrir tu blog y me ha encantado. Diseño, presentación, artículos... Me gusta un montón !! Me apunto el blog para futuras visitas.

    Mi más sincera enhorabuena. A seguir haciéndolo así de bien.

    Saludos de 365 IDEAS DE NEGOCIO

    http://365ideasdenegocio.blogspot.com

  18. Cuando escuché esta canción me vino a la cabeza tu entrada.

    http://www.youtube.com/watch?v=MFgSUO5sDzM&feature=BFa&list=ULu8lYAX13-qQ&lf=mfu_in_order

    Estuvimos este fin de semana en un concierto suyo en Valencia, en mi blog he dejado unas fotos y unos enlaces, por si te interesa, las letras merecen la pena.

  19. ¡Marta! Hemos tenido tu comentario pendiente de moderación durante un mes, que sepas que ha sido por despiste.
    Muy buen artículo, cada escrito es un granito de arena -o una pepita de tomate, como dice Segismundo-.