La injusticia redobla su peso a veces sobre ciertas personas: los condenados, los oprimidos, las víctimas.. algo que no puede dejar de conmovernos, sobre todo si son niños. En algunos casos, como el de Iqbal Masih, llegan a ver la luz. Pero la oscuridad siempre acecha.
Nacido en 1982 en una casta inferior en el Punjab pakistaní, Iqbal Masih tenía sólo cinco años cuando su madre, una mujer divorciada, lo entregó a la esclavitud como único recurso para dotar a su primogénito de una renta que le permitiera aspirar a concertar un matrimonio. Como ya había sucedido con este mismo hermano mayor, y como sucedería más tarde con su hermano pequeño y con tantísimos niños en este país de estructura feudal, Iqbal Masih fue víctima de un sistema ignominioso forjado por la alianza de las tradiciones con la avaricia: el paishgee, por el que los más pobres entregaban a su hijos a un patrón a cambio de recibir un préstamo, que se resarcía descontando la mitad de su salario miserable y que vinculaba al esclavo hasta la completa devolución de la deuda, sometida por supuesto a una gran usura y que admitía incrementos a voluntad, de tal forma que no sólo eternizaba la dependencia del obrero, sino que lo hundía en una espiral de miseria que lo obligaba a perpetuarlo a su vez en su futura descendencia.
Así fue como por 600 rupias (el equivalente a 12 dólares), Iqbal Masih acabó trabajando quince horas diarias delante de un telar, fabricando alfombras de estilo persa que se vendían en los mercados occidentales multiplicando esa cifra por 1.000. Cinco años después, en 1992, la deuda de la familia con el prestamista se había incrementado hasta las 12.000 rupias, e Iqbal se había convertido, gracias a la naturaleza de su trabajo, en un niño con raquitismo crónico y problemas circulatorios, además de sufrir enfermedades pulmonares por la inhalación de fibras de las alfombras que hilaba.
Pero ese año se cruzó en su camino el Bhatta Mazdoor Mahaz, el Frente de los trabajadores del ladrillo, un pseudo sindicato o grupo de presión fundado en 1967 por un joven abogado, que agrupaba a profesores, periodistas e intelectuales de izquierdas luchando por acabar con la esclavitud en Pakistán, en un primer momento centrados en las fábricas de ladrillos, aunque posteriormente, y gracias a su éxito, extenderían su acción a todos los sectores de la economía. De hecho, el Frente había logrado que el 18 de septiembre de 1988 el Tribunal Supremo aboliera el paishgee, y desde entonces se estaba dedicando a organizar mítines por todo el país, llegando a sus regiones más recónditas, para divulgar este hecho de un modo informal y festivo entre los esclavos analfabetos.
Transformado ya en el Frente de liberación del trabajo forzado, el grupo se abría ahora al mismo tiempo a una nueva estrategia basada en la movilización de la opinión pública y la sensibilización internacional para atacar el problema globalmente: ya no se trataba de obtener, como en las fábricas de ladrillos, la libertad para personas y familias, sino de lograr una legislación y una política favorable a la erradicación de la esclavitud en todo el país. Y el sector hilandero, que distribuía a todo el mundo, se puso en su punto de mira. Finalmente uno de esos mítines llegó al pueblo de Iqbal, y de forma totalmente casual, alguien le pasó un micrófono demostrándose, con sus diez años, un orador solvente, y sobre todo conmovedor, y con una gran historia que contar.
Impresionado, el líder del Frente decide saldar la deuda de la familia de Iqbal y trasladarlo a Lahore, donde vivirá y recibirá una educación, junto a otros niños arrancados de la esclavitud, a cargo de los voluntarios del grupo.
Paralelamente el niño se vuelve el rostro visible de la causa. Apoyados por una ONG escandinava consiguen que la televisión pública sueca ruede un documental sobre la tragedia de los niños explotados pakistaníes, protagonizado por Iqbal, que posteriormente viajará a Estocolmo, Ginebra y Estados Unidos a liderar un llamamiento al boicot contra las alfombras elaboradas en su país mientras perdurase el sistema económico tradicional. Simultáneamente, el frente trabaja presionando a la Organización Internacional del Trabajo para que actúe contra esta lacra.
Iqbal se había ganado el respeto y la admiración del mundo entero por su combate precoz y valiente contra la explotación infantil. Pero detrás de los condenados, los oprimidos y las víctimas siempre hay personas sin moral, mafias, carroñeros.. como las que ordenaron el asesinato de Iqbal Masih, llevado a término el 16 de abril de 1995.
Más sobre Masih:
Campaña Juegos Olímpicos 2012: Ayuda a frenar el trabajo infantil en la fabricación de productos deportivos en Pakistán
Crónica: El libro negro de las firmas de marca
Anti-Slavery International
Documentos TV - Explotación infantil [48.11"]
Iqbal Masih, la venganza del niño esclavo
jueves, 14 de abril de 2011 | 4 Comments
22 de mayo de 2013, 10:08
Porque eligio como titulo La venganza de ..;
Iqbal lucho de manera no-violenta por la liberacion de niños que eran esclavos como lo habia sido el, pero jamas fue una venganza. El buscaba la justicia, no vengarse de quienes le habian hecho sufrir esa situacion.
No entiendo el titulo elegido para la vida de este niño.
11 de junio de 2013, 17:05
Opino exactamente lo mismo, buscó justicia no venganza.
1 de diciembre de 2015, 19:55
si paoito
1 de diciembre de 2015, 19:55
si papito