En la historia igual que en la actualidad ocurre que ciertas acciones quedan oscurecidas por su cercanía a otras tan enormes que las esclipsan. En el caso de Hildegart Rodríguez (1914-1933), a su historia le hizo sombra la Guerra Civil española, y 40 años de dictadura pasaron de exponerla como una muestra de la "degeneración roja" a sepultarla en el olvido.
Casi 80 años después su rastro histórico se limita a unos pocos recortes de hemeroteca, como si más que su excepcional vida ya solo importara su truculenta muerte.
La historia de Hildegart Rodríguez solo tiene sentido desde la óptica de su madre, que la concibió, literalmente, como un experimento. De familia acaudalada, Aurora Rodríguez nunca recibió una educación formal, pero a base de lecturas marxistas, textos de Nietzsche y las entonces novedosas teorías eugenésicas que pretendían la creación de una raza superior (y que ya estaban gestando en Alemania lo que todos conocemos), se formó una línea de pensamiento propia, errática y alucinada, entre lo científico, lo socialista y lo mesiánico, según la cual se propuso dar vida al primer ejemplar humano de una nueva era. A los 35 años, cuando muere su padre y hereda toda su fortuna, selecciona según ciertos criterios a un hombre que la deje embarazada de forma "pura" (para ella, "sin placer y sin amor") y se traslada a Madrid, donde da a luz a su hija el 9 de diciembre de 1914.
Aislada y sometida a una dictadura pedagógica y una vigilancia obsesiva de su comportamiento hasta en el más mínimo detalle , Hildegart pasó su infancia siguiendo el plan paranoico de su madre para convertirla en la primera mujer de una nueva raza de seres humanos sabios, perfectos y libres de prejuicios y ataduras, que alumbrarían un futuro de paz social y prosperidad. Obligada a estudiar cada minuto del día, de todos los días, Hildegart se fue convirtiendo en una niña prodigio que a los 3 años hablaba, leía y escribía, y a los 8 lo hacía también a la perfección en inglés, francés y alemán; antes de cumplir los 13 termina el bachillerato y ya publica y da conferencias, sobre la liberación de la mujer, la libertad sexual y los derechos del proletariado; y siguiendo el plan comienza su carrera política en el PSOE y la UGT y, con una dispensa por la edad, se matricula en la carrera de Derecho que finalizará a los 17 años.
Mientras obtiene una segunda licenciatura en Filosofía y Letras (posteriormente iniciará también Medicina), Hildegart, que no puede ejercer la abogacía por ser menor de edad, se convierte en una pionera del reformismo, cofundadora junto al Doctor Gregorio Marañón de la "Liga para la Reforma Sexual Española" en defensa de la emancipación de la mujer, su acceso a la educación y la igualdad de derechos, y una pionera en el estudio científico de la sexualidad, que además de producir su propia obra traduce a grandes sociólogos europeos como Havelock Ellis, de quien recibió su sobrenombre de "La Virgen Roja", pues no dejaba de resultar paradójico que una de las más influyentes pioneras en la revolución sexual, no sólo en España sino en toda Europa, admirada intelectualmente y exponente del espíritu de la II República fuera una joven de apenas 18 años que iba a todas partes acompañada de una madre que públicamente expresaba su repugnancia hacia el sexo y que la impedía todo contacto con el género masculino.
Pero Hildegart se hace mujer, y quiere vivir. Quiere para sí un poco de esa libertad de la que escribe y habla; siendo una punta de lanza de un tipo de revolución, no es capaz de obtener de su madre, que la amenaza incluso con suicidarse, ni siquiera el poder acudir a la facultad, o las reuniones de partido o editoriales, sola. Su opresión y su sufrimiento, se hacen más palpables a ojos de todos, llegando al punto de que el escritor inglés H.G Wells, que admira su figura y la relevancia de sus escritos, le ofrece una salida: que se mude para trabajar con él a Londres. Este hecho desata una crisis en la locura irredenta de su madre que se convence de que fuerzas del espionaje extranjero pretenden arrebatarle "su obra", o peor, corromperla, un sentimiento que se acrecienta peligrosamente cuando la joven empieza a cuidar su aspecto e incluso a flirtear con un compañero de partido.
A partir de ese momento Hildegart pasa de sufrir sus amenazas a ser prácticamente secuestrada por ella en su piso de la calle Galileo, sin poder salir ni ver a nadie, encerrada en la habitación que ambas comparten y
asfixiada por los brotes paranoides de su madre, que incluso llegó a arrancar el teléfono, hasta que finalmente el 9 de junio de 1933 asesina a su hija de cuatro disparos mientras duerme, convencida de que su experimento se ha ido al traste y no merece la pena asistir a su degradación.
Condenada a 26 años de prisión, el rastro de Aurora Rodríguez se pierde, durante las turbulencias de la Guerra Civil española, en el manicomio de Ciempozuelos.
Más sobre Hildegart:
Hildegart, Jardín de Sabiduría - Cuarto Milenio
Hildegart Rodríguez, el experimento humano
miércoles, 23 de marzo de 2011 | 8 Comments
23 de marzo de 2011, 12:16
La hostia no tenía ni idea de esto :O
23 de marzo de 2011, 12:28
Pues sí, después de tanto sufrimiento, no ha tenido ni siquiera que su nombre sea recordado
26 de marzo de 2011, 14:09
Pues a mi si me suena.. de hecho, creo que hay una pelicula! Hilde se llama o algo asi
28 de marzo de 2011, 15:57
Efectívamente, hay una película de 1972 y una novela (en la que se basó la película) y hace unos años una profesora de la Universidad Complutense investigó la historia descubriendo, entre otras cosas, el historial de Aurora Rodríguez en Ciempozuelos o la identidad del padre de Hidelgart, pero aún así es un personaje desconocido para la inmensa mayoría de la gente.
25 de enero de 2012, 9:24
Muy interesante. Gracias por recordármela. Yo una vez vi una obra de teatro alternativo sobre su vida. Un gran personaje. Lástima que fuera asesinada
30 de enero de 2012, 13:22
No tenía ni idea de la vida de esta chica!
Menudo "experimento" de la madre, los extremismos desembocan en paranoias. Aunque esa degeneración roja empezó con las ideas que gestaron el fascismo...
30 de enero de 2012, 14:12
Todo se alimenta,, a veces la locura personal se acrecienta con la locura colectiva de una época de extremismos
30 de enero de 2012, 22:38
Muy interesante esta historia, me he quedado de piedra con el "experimento". Gracias por compartir la historia de estos personajes.