Ser el primer hombre negro en ganar el título Mundial de Campeón de los Pesos Pesados sólo le permitió rozar con los dedos una gloria que el racismo visceral, el miedo y el puritanismo conseguirían arrebatarle. Su historia es la de una lucha por la libertad, y su conclusión, que no se puede ganar contra el mundo, pero se puede, a golpes, intentarlo.
Arthur John Johnson (1876-1946) nació en un pueblo de Texas, en el Sur profundo estadounidense. Descendiente de esclavos, a los 12 años ya había recibido toda la educación que sus padres podían permitirse costear y estaba listo para trabajar y ayudar así a mantener a su familia, y pasó su adolescencia trabajando como mozo, aprendiz y ayudante de muy distintos oficios.
Como limpiador en un gimnasio entró en contacto con el boxeo, el único deporte que entonces, por no estar vinculado como los demás a las Universidades o las organizaciones empresariales, no estaba vetado en la práctica a los negros, y a partir de 1895 ganó sus primeras peleas en combates en la calle y en "anillos" donde entre seis y doce luchadores se enfrentaban con los puños desnudos y los ojos vendados, hasta que sólo quedara uno en pie. En una de esas peleas llamó la atención de un manager, y comenzó su carrera profesional.
En 1903 Johnson, que luchaba bajo el nombre de "Jack", alcanzó el techo que los organizadores blancos habían creado en este deporte para los luchadores negros: el Campeonato Mundial de los pesos pesados para boxeadores de color; la lucha por el título absoluto, que entonces ostentaba James J. Jeffries, estaba fuera de su alcance porque aficionados, patrocinadores y medios de comunicación consideraban a los negros indignos, por su raza, de disputárselo a un blanco.
Pero son los comienzos de siglo XX, el deporte empieza a perfilarse como la primera opción de ocio de masas en el mundo occidental y el boxeo mueve grandes sumas, también para los púgiles, que empiezan a obtener en los grandes combates las "bolsas" de la recaudación de taquilla. Jeffries, invicto, se ha retirado, y el nuevo campeón, Tommy Burns, además oriundo de un país, Canadá, con menos prejuicios, recibe una oferta económica irrechazable para defender su título frente a Johnson, que durante cinco años no ha dejado de perseguir ser admitido en esta lucha.
El 26 de diciembre de 1908 Tommy Burns y Arthur John "Jack" Johnson se enfrentan por el título mundial de los pesos pesados en Sydney, Australia. Y acontece la debacle: Johnson machaca sin piedad a Burns, se mofa de él, le sujeta cuando va a caer a la lona para poder seguir golpeándolo, y los 20.000 espectadores blancos que abarrotan la sala entran en cólera; entre un conato de revuelta en las gradas la policía suspende el combate en el round 14, y Johnson, por K.O técnico, se convierte en el primer hombre negro, exhultante, orgulloso y provocador en ganar el Título.
Tras esta victoria las muestras de racismo contra Johnson se hicieron más descarnadas. Se perdió todo el recato y desde la tribuna de los medios de comunicación importantes figuras de la cultura y el deporte estadounidense, managers y aficionados, comenzaron a clamar por la llegada de lo que el escritor Jack London acuñó como "La gran esperanza blanca": cualquier hombre ario que fuera capaz de rescatar el título de las manos de Johnson.
Durante casi siete años la búsqueda de esa "gran esperanza blanca" fue inútil. Ningún candidato pudo vencer a Johnson, que poco a poco se fue convirtiendo en una figura pública de primer orden, en el momento en que el deporte se asentaba como lo que hoy es y nacían los conceptos de icono cultural e ídolo de masas, aunque en este caso y en este momento histórico, Johnson era un anti-ídolo, que la gran mayoría blanca y poderosa detestaba y cuya ostentosa perpetuación en la Corona (la defendió con éxito en nueve ocasiones) estaba comenzando a vivirse en el país como una guerra de razas simbólica. En 1910 incluso se convenció a Jeffries de que volviera de su retiro, a los 35 años, a recuperar el título que nunca perdió en el ring. Pero en la que se conoció como la "Batalla del siglo" Johnson fue implacable; el KO llegó en el quinceavo round, y a raíz de esta victoria se desató por todo Estados Unidos una ola de disturbios raciales en la que murieron muchos ciudadanos afroamericanos.
Y como Johnson no podía ser derrotado en el ring, la batalla se trasladó a derrotarlo en su vida personal. Otro motivo de escándalo y humillación que generaba Jonhson eran sus relaciones con mujeres blancas, en su mayoría prostitutas a las que frecuentaba en burdeles de lujo y a las que convertía en sus amantes, y a tres de ellas en sus esposas, que lo acompañaban en su vida pública y compartían su fama. Prácticamente a su medida, el Congreso estadounidense aprueba en 1910 la Ley Mann, que prohibía "el transporte interestatal de mujeres, a los efectos de la prostitución, el libertinaje, o para cualquier propósito inmoral u otros", una ley justificada como instrumento para luchar contra el proxenetismo pero lo suficientemente amplia (permitía detener y encarcelar a cualquier hombre que viajara de un Estado a otro con una mujer que no fuera su esposa) como para criminalizar las relaciones interraciales y el papel cambiante de la mujer en un contexto de Revolución Industrial que amenazaban la pureza moral legada por los pioneros.
En 1913 Johnson fue la primera personalidad pública en ser condenada por violación de la Ley Mann, a resultas de una investigación federal iniciada el mismo año de su promulgación y con el testimonio en contra de una de sus ex-amantes, hija de un policía. Se le aplicó la pena máxima prevista para esta Ley, de un año de prisión.
Johnson entonces huyó a Europa, primero a Francia y luego a Inglaterra. Como fugitivo siguió defendiendo su título y peleando para comer, pero en el viejo continente, con la I Guerra Mundial en ciernes, no había mercado ni interés por el boxeo. Su medio de vida estaba en Estados Unidos. Y esta vez fue él quien recibió una oferta irrechazable: la de poder volver a su país y la anulación de su condena, a cambio de dejarse vencer por una última "Gran esperanza blanca", Jess Willard. Así se llegó al primer campeonato mundial amañado de la Historia, celebrado en abril de 1915 en La Habana, donde Johnson cedería finalmente su Corona a un blanco de Kansas, hijo de un emigrante navarro.
A su vuelta a Estados Unidos la promesa de poder eludir la cárcel se demostró falsa. Fue inmediatamente detenido y cumplió su condena, y tras ser liberado trató de vivir, como muchos ex-atletas famosos, de su nombre, mediante la actividad de sus clubs, pequeños papeles en cine y la venta de royalties.
"Jack" Johnson murió 30 años después, en 1946, en un accidente automovilístico.
Más sobre Johnson:
Campeonato mundial de los pesos pesados 1915
Microsite sobre el documental Unforgivable Blackness: The Rise and Fall of Jack Johnson (en inglés)
Jack Johnson, un hombre libre
lunes, 16 de agosto de 2010 | 0 Comments