Personas con Historia

Perfiles de personajes históricos que merece la pena conocer

Sergei Diaghilev, el Napoleón del arte

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Empresario nacido en al alta sociedad de San Petersburgo, Sergei Diaghilev (1872-1929) estaba destinado a un puesto cómodo como directivo de los Teatros Imperiales rusos, pero allí conectó con el coreógrafo Mijail Fokine y juntos pergeñaron una idea, la de convertir el ballet clásico en un espectáculo total donde la música, la coreografía y los decorados compartieran protagonismo.

Su apertura a las ideas revolucionarias y su facilidad para conseguir dinero con que apadrinarlas le permitió formar una compañía propia, los Ballets Rusos, con los mejores de la ópera patria y con ellos desembarcó en París, donde a principios de siglo se concentraba toda la modernidad del mundo. El 19 de mayo de 1909 presentó en Europa una gira de un mes de duración, con Ana Pavlova y Nijinsky, su amante, como primeros bailarines; Mijail Fokine como coreógrafo; la música a cargo de Tchaikovsky y la escenografía de Roerich.

El éxito de los Ballets Rusos renovó completamente el concepto de la danza y el espectáculo en el nuevo siglo. La gira de primavera se repitió los años sucesivos y la troupe se fue enriqueciendo con los más importantes artistas de vanguardia: Matisse, Braque, Miró, Debussy, Richard Strauss, Giorgipo de Chirico, y Balanchine, entre otros, engrandecieron la compañía, que en 1911 se instaló definitivamente en Montecarlo e inició su expansión internacional.

Tras la marcha de Fokine de los Ballets, Diaghilev dejó en manos de Nijinsky la coreografía y asumió él mismo la dirección artística. Ahora quería la revolución completa, y para elló contrató a un desconocido compositor ruso: Igor Stravinsky. Los montajes de las óperas de Stravinsky El pájaro de fuego, Petrushka y especialmente La consagración de la primavera (1913) supusieron de hecho una ruptura estética y armónica sin posibilidad de marcha atrás; las voces de protesta del público ahogaban las primeras representaciones, se concertaron varios duelos entre los asistentes a las mismas y algunos ballets sólo pudieron finalizarse bajo la vigilancia de la policía, pero los ritmos asimétricos de Stravinsky, las costosísimas puestas en escena de Picasso y los movimientos de un Nijinsky que incluso simuló una masturbación en escena consiguieron enterrar para siempre la música romántica del siglo XIX.

Durante la I Guerra Mundial Diaghilev y su compañía se instalaron en España, bajo el mecenazgo del Rey Alfonso XIII, y volvieron con fuerza terminada la contienda. Durante los años 20, los Ballets Rusos aún marcaban la moda musical aunque cada vez siendo menos rusos; la marcha de Nijinsky, tras su matrimonio y caída en la locura, y el vuelo libre de Stravinsky, abrieron camino a otros como Cocteau, Falla, o Ravel que continuaron la línea de espectacularidad de sus predecesores, aunque Diaghilev, cerca del final, estaba cada vez más deprimido y endeudado.

En 1929 Diaghilev falleció en Venecia a causa de la diabetes a la edad de 57 años, tan arruinado que Coco Chanel tuvo que costear su entierro, pero con un mundo, el de la danza, definitivamente conquistado.