Una de las fotografías más famosas de la historia es sin duda la que otorgó a Kevin Carter (1960-1994) el premio Pulitzer, la imagen de una niña africana desnutrida, sola, sentada en el suelo, que es observada muy de cerca por un buitre. Tres meses después de recoger el premio en Nueva York, Carter, que había expuesto su vida por conseguir fotografías impactantes de la violencia en Sudáfrica, que nunca huyó de África y sus conflictos, se suicidaba y dejaba una nota: "El dolor de la vida anula la alegría hasta el punto que la alegría no existe".
Hijo de inmigrantes ingleses en Johannesburgo, Carter pertenecía a la clase social de blancos que abominaban del apartheid en lo más crudo de la revolución sudafricana, no obstante, en 1976 fue reclutado por el gobierno de los afrikaaners en la Fuerza de Defensa de Sudáfrica, en la que tuvo que servir, con constantes ataques por ser considerado un cafre-boétie ("amante de los negros") hasta 1983, cuando sobrevivió a un atentado de la milicia del Congreso Nacional Africano que mató a 19 soldados. Poco después comenzó a trabajar en una tienda de material fotográfico donde hizo contactos para ser contratado como fotógrafo de deportes en el Sunday Express de Johannesburgo.
En 1984 los disturbios raciales barrían los barrios negros, y Carter formó parte de un grupo de periodistas blancos que quiso exponer la brutalidad del apartheid, publicando las imágenes del horror en el Star: Carter, Ken Oosterbroek, Greg Marinovich y Joao Silva serán muy conocidos en Sudáfrica por sus fotografías como el "Bang-Bang Club", los hombres que disparaban los disparos, y por acudir siempre juntos, arriesgando su vida, a los focos más duros del conflicto antes que nadie.
En 1993, Carter se dirigió al norte de la frontera con Joao Silva para fotografiar el movimiento rebelde desencadenado por la hambruna en Sudán. Allí, a unos pasos del centro de alimentación de la ONU, tomó la imagen de la niña que daría la vuelta al mundo cuando, de vuelta en Johannesburgo, el New York Times compró y publicó la instantánea.
En abril de 1994 Carter recibió la noticia de que había ganado con ella el Pulitzer. Para él la fotografía de la niña y el buitre era una más de tantas que había tomado retratando el infierno africano, y ya se abría el abismo bajo sus pies cuando la imagen le hizo famoso; las imágenes de ejecuciones, linchamientos, mutilaciones de todo tipo y gente muriendo de hambre o quemada viva se agolpaban en su cabeza, su mujer lo había echado de casa y su amigo del Bang Bang Oosterbroek había sido asesinado mientras trabajaban juntos, como siempre, en Tozoka.
Sólo faltaba la fama del Pulitzer, qe acabó convirtiéndose en un juicio a gran escala contra Carter. Desde el momento de su publicación, cientos de personas habían escrito al Times preguntando por la suerte de la niña, y al juicio de los lectores siguió la crítica entre sus compañeros de profesión, incluso sus amigos le echaron en cara no haber hecho nada por ayudar a la pequeña.
Poco a poco se fue extendiendo la idea de su falta de ética, de su falta de conciencia, de su frialdad. Terriblemente afectado, acuciado por problemas económicos, y aislado en su entorno, Carter terminó suicidándose el 27 de julio de 1994, cuando la democracia había llegado a la Sudáfrica de Mandela y no quedaban atrocidades que fotografíar.
Más sobre Kevin Carter
El Bang Bang Club
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Kevin Carter, cuando la vida duele
lunes, 18 de enero de 2010 | 5 Comments
15 de febrero de 2010, 18:37
Muy fuerte, éste es un mundo de locos...
17 de febrero de 2010, 13:50
Y muy peligroso.. pueden no matarte las balas y que te mate la sociedad, la aceptación de los demás, la presión de tu entorno.. El alma es más débil que el cuerpo
24 de enero de 2012, 0:16
Siempre me pasa lo mismo cuando leo sobre este fotógrafo, y es que siento lástima.
Lástima por la hambruna que padecen miles y miles y que, por no salir en los telediarios, es ignorada, desestimada, extraída de nuestras interesantes y geniales vidas, llenas de problemas como que hoy no va Internet o que fulanito o menganita no me quiere, de entre las cuales no descarto la mía propia -criticar no es salvarse de la crítica-. Pero también lástima por, como ya has mencionado, Marta, esta sociedad, que nos controla, nos conduce por un sendero que parece estrecharse cuando menos lo esperamos, con tantas modas, opiniones, ideales y, en fin, chorradas, memeces para una interesante y genial vida. Y por supuesto, por último, lástima por este hombre al que de momento tanto admiro por sus experiencias, y por la famosa fotografía del buitre, claro está, ya que recurrió al suicidio en el apogeo de una tristeza que no podía formar parte de aquellas interesantes y geniales vidas que suelen ulular este "primer mundo".
Gracias, Marta, por dos motivos: el primero, faltaba más, por haber llegado a mi blog, sea como fuere como ocurrió, y por haber encontrado algo que te interesara, aunque sólo fuera por serte familiar; y segundo, por recordarme la vida de este artista. Llego un poco tarde a la entrada, un año, que se dice pronto, pero llego. Seguiré echándole algún vistazo a tu blog.
Un saludo.
24 de enero de 2012, 8:41
Es una pena que al final se suicidara, pero es a donde le llevó precisamente lo que tu dices, las consecuencias del ir contracorriente del pensamiento occidental bienpensante. En fin. Me alegroi de que te haya gustado, a mi también me gustó tu blog :)
6 de julio de 2020, 1:24
Me encanta el mundo de la fotografía, voy a comenzar dentro de poco una fp de imagen, pero tengo un poco de nervios, tienen algún consejo?