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Perfiles de personajes históricos que merece la pena conocer

Pete Maravich, comienza el espectáculo

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Ilustración original de Aurelio Lorenzo
Veía el aro y cualquier situación valía para anotar: en carrera, cambiándose el balón de mano en plena acción de tiro, sin situación; con sus pases, que nadie más podía hacer, dejaba boaquiabierto a todo el mundo, e hizo su seña de identidad (que le valió el sobrenombre de "Pistol") de un tiro sacado desde la cadera. Ignorando la ortodoxia, con un juego infinitamente más atractivo del que se practicaba, redibujando descaradamente las acciones, aceleró la decadencia de una forma de jugar y se presentó como el primer "showman" del espectáculo que es hoy el baloncesto.


Descendiente de inmigrantes serbios, su padre había sido un jugador de baloncesto profesional al que la Segunda Guerra Mundial frustró la carrera. A su hijo Pete, nacido en 1948, le esperaba un duro entrenamiento desde pequeño (como tener que encestar 100 tiros libres en su patio antes de poder irse a dormir); de ahí nació el entusiasmo por este deporte, pero la imaginación con el balón, el motor de lo que en el equipo del High School de Carolina del Norte llamarían sus "payasadas", la puso él.

Ya en el equipo de la Universidad de Louisiana, comienza el pulverizado de récords. Su baloncesto en esos cuatro años es escandaloso en calidad y en cantidad: sin que existiera aún la canasta de tres puntos, se convirtió en el máximo anotador de todos los tiempos en la historia de la NCAA, promediando por encima de los 44 puntos, y de mejor jugador universitario de 1970 pasó a fichaje estrella de los Atlanta Hawks, por 1,6 millones de dólares.

Maravich pasó cuatro temporadas en los Hawks, siendo el único jugador blanco del equipo, y allí asentó el patrón de lo que sería su carrera, en posición de base, en la NBA: juego impresionante y números personales abultados, pero sin títulos, fuera porque nunca estuvo en un equipo ganador, fuera por ser, como se le acusaba, excesivamente individualista.

En 1974 se convierte en el estandarte de una nueva franquicia, los New Orleans Jazz (posteriormente Utah Jazz), que por fichar a la mayor celebridad conocida del estado de Louisiana dieron en intercambio a ocho jugadores. En este equipo eclosionaría definitivamente como una súper estrella, hasta 1978, el año del principio del fin de su carrera, cuando se rompe la rodilla derecha durante un partido. Sus números bajan, se acumulan las dolencias, las filigranas con el balón se le hacen mucho más difíciles de ejecutar, y una segunda generación de estrellas (Bird, Johnson, Erving..) comienzan a asaltar las canchas imponiendo su juego.

Aún disputará una última temporada en otro equipo, la de 1980 en los Celtics, en el segundo año de Larry Bird, pero físicamente castigado y habiendo perdido mucha de la ilusión que lo caracterizaba, se retira con una declaración inquietante, por lo profética: "No quiero jugar 10 años en la NBA y luego morir de un infarto a los 40". Ahondando en la mala suerte que sufren los genios, si se hubiera quedado allí un año más habría recibido un precioso anillo.

Durante los dos siguientes años buscó algo con lo que llenar el vacío que había dejado en su vida el baloncesto, probando con todo tipo de doctrinas, hasta que cayó en el cristianismo y a partir de ese momento se dedica en exclusiva a viajar por todo el país predicando la fe en Jesucristo. Esta fue su ocupación hasta que en 1988, precisamente jugando un partido de baloncesto en el patio de una iglesia, en Pasadena, falleció de un infarto, como no quería, a los 40 años, por una afección coronaria que en la autopsia se descubrió congénita.

Un año antes había sido el jugador más joven en ser incluido en el Hall of Fame del baloncesto, y desde 1996 forma parte de la lista de los 50 mejores jugadores de la historia elaborada por la NBA.

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Vídeo homenaje a Pete Maravich

Estadísticas de Pete Maravich

The NBA's 50 Greatest Players [en inglés]