Ciertas biografías resplandecen más por haberse desarrollado en épocas oscuras; una de esas luces brillantes es Juan Luis Vives (1492-1540), intelectual, filósofo y científico español, un humanista excelente entre las espesas tinieblas de la intolerancia, la guerra y el fanatismo, que defendió, entre otras cosas y en más de 60 tratados a lo largo de toda su vida, una enseñanza más científica, despojada de la retórica escolástica y centrada en la naturaleza y personalidad del alumno, proponiendo la aplicación de la psicología a la pedagogía que apuntalarían Descartes y Bacon; en el "Tratado del socorro de los pobres",propone, por primera vez en la Historia, la organización de un sistema de asistencia social que será el inicio de la intervención asistencial organizada del Estado en favor de los más necesitados; y sus estudios sobre los afectos, la memoria y la asociación de ideas lo han convertido en el precursor de la antropología y la psicología moderna.


Juan Luis Vives nació el mismo año en que los Reyes Católicos culminaron la Reconquista de España, en el momento que comenzaba el proceso inquisidor masivo contra musulmanes y judíos que supondría su martirio, expropiación y expulsión del Reino. Él pudo acceder a los estudios superiores en la Universidad de Valencia tras la conversión de toda su familia al catolicismo, en 1507, pero cuando dos años después fueron sorprendidos practicando el culto en secreto, su padre lo envío a estudiar a la Sorbona de París para alejarlo del peligro.

Culminados sus estudios con el grado de Doctor en 1512 se traslada para impartir docencia a la Universidad de Lovaina, a donde eran convocados los grandes reformadores del Renacimiento, los humanistas que querían despojar a la ciencia y la cultura del dogmatismo y el oscurantismo teológico propios del medievo. Allí Vives destaca por su obra pedagógica, psicológica y filosófica, y se convierte en uno de los hombres más influyentes del Renacimiento, superando incluso, en algunas de sus propuestas, el humanismo para adentrarse en la Edad Moderna.

Ya era considerado una autoridad intelectual en toda Europa cuando en 1523 conoció la noticia de la condena y muerte en la hoguera de su padre, y la exhumación del cadáver de su madre para ser públicamente quemado, a instancias del mismo delito de falsa conversión en España, a manos del Santo Oficio, así como la pérdida de todo el patrimonio familiar que en gran parte lo sustentaba. A raíz de este hecho sufrió una fuerte depresión. Ayudado por Tomás Moro, consiguió un nuevo empleo como catedrático de humanidades y jurisprudencia en la Universidad de Oxford con el que pretendía cambiar de aires, y algo más importante, establecerse en la corte de Enrique VIII, como tutor de la infanta María Tudor, a salvo de la Inquisición española y mejorando su precaria situación económica.

Permaneció en Inglaterra incluso después de que Moro fuera condenado a muerte por defender sus ideas, al no apoyar a Enrique VIII en sus pretensiones de divorciarse de Catalina de Aragón. Él también fue fiel a sus principios, recomendando a la reina que aceptara el divorcio, pero apoyándola, a sabiendas de que comprometía su situación en la corte (y aunque fuera una infanta española) y efectivamente en 1528 fue por ello encarcelado, expulsado de Inglaterra y perdió su pensión y sus ingresos, una vez más, casi todo el patrimonio con el que contaba para subsistir.

De vuelta a los Países Bajos continuó como tutor privado de las familias nobles, un trabajo que le permitía desarrollar dignamente sus estudios y divulgarlos, más aún entre esa clase privilegiada que detentaba el poder (muchos de sus alumnos ocuparon puestos de responsabilidad en la monarquía de Carlos V) y que podía aplicar las reformas humanistas más allá de los límites de la Universidad.

Su personalidad optimista, comprensiva y tolerante y su afán reformador se desarrollan plenamente hasta su muerte en 1540, tras años de sufrir de gota, artritis y úlceras estomacales. Modelo de universalidad y profundidad, fue una celebridad reconocida y admirada, y su pensamiento está en la base del difícil camino de la Edad Media a la Moderna, de la evolución del pensamiento europeo y muchas de sus disciplinas.