Mucho antes de que el ecologismo fuera un movimiento de masas, el pintor y arquitecto Friedensreich Hundertwasser (1928 - 2000) lo adoptó y le dió vida como respuesta a un profundo rechazo a la arquitectura moderna, su deshumanización, su racionalismo, la asfixia que a sus ojos provoca en la sociedad y en la calidad de vida de las personas. El modo de vida de las grandes ciudades que a todos parecía normal y que nos lo sigue pareciendo a él le horrorizaba; por eso hizo de su lema "Tu derecho a la ventana, tu deber con el árbol" una bandera, y se reinventó a sí mismo como "médico de la arquitectura".
Austriaco de origen judío, nacido en 1928, sufrió en su infancia el horror del Anschluss*, en el que medio centenar de familiares y tantísimos vecinos y compatriotas fueron exterminados en los campos de concentración nazis. Él y su madre sobrevivieron gracias a que ésta lo alistó en las juventudes hitlerianas, salvaguardando durante la guerra y posguerra su vida y sus estudios, hasta que, tras pasar un año por la Facultad de Bellas Artes de Viena (en 1948) alcanzó notoriedad como pintor.
Este reconocimiento lo impulsó a viajar, a exponer sus obras en Europa, a contactar con lo que quedaba, tras la guerra, del ambiente artístico de las grandes ciudades, y entre todas ellas quedó excepcionalmente marcado por una: Venecia. En esta ciudad robada al mar Hundertwasser concluyó un periodo, el de la pintura, y nació su obsesión por la arquitectura como un arte en contacto con la naturaleza que fuera una extensión del ser humano, y no su prisión. En sus palabras:"Nuestras casas están enfermas desde que existen planificadores urbanos dogmáticos y arquitectos de ideas fijas. Todas estas casas, que tenemos que soportar por miles, son insensibles, carecen de emoción, son dictatoriales, crueles, agresivas, lisas, estériles, austeras, frías y prosaicas, anónimas y vacías hasta el aburrimiento".
A partir de este momento se dedica a construir y remodelar edificios, aportando líneas ondulantes, brillo y color, y vegetación invasiva. Su construcción más paradigmática (y visita obligada en Viena) es la Hundertwasserhaus: 50 viviendas unidas por una cinta ininterrumpida de cerámica, diseñadas tanto en el interior como en el exterior de acuerdo con los deseos individuales de los arrendatarios, espectaculares en cuanto a formas y colores, con terrazas inclinadas cubiertas por hierba y árboles con sus limbos extendiéndose por las ventanas, que realizó gratuitamente.
Con esta arquitectura revolucionaria, sus manifiestos y sus irreverentes protestas contra la energía atómica y a favor, por ejemplo, del uso del transporte público y la plantación de árboles, se convirtió en los años 70 y 80 en un auténtico embajador del anticonformismo y la vida alternativa, que practicaba también viviendo la mitad de cada año en un barco anclado en Nueva Zelanda, la que llegaría a ser su segunda patria. Allí encontró la felicidad por su ambiente rural y apegado a la naturaleza, su escasa urbanización y una vida anónima muy alejada de Viena, a la cual regresaba cada año por periodos cada vez más cortos.
Hundertwasser murió en uno de estos viajes, en un punto no determinado del Pacífico, el 19 de marzo del año 2000.
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Hundertwasser, el arquitecto de la naturaleza
lunes, 15 de marzo de 2010 | 1 comment
11 de julio de 2020, 0:33
Me ha encantado este articulo, yo estoy cerca de comenzar esta fp producción agroecológica a distancia, y espero poder ejerce esta actividad en empresas tanto públicas como privadas.