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Perfiles de personajes históricos que merece la pena conocer

Dante, la tragedia italiana

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La figura más venerada de Italia, su máxima fuente de orgullo histórico, que ya es decir, fue uno de los hombres que más tempranamente influyó en un proceso cultural y político encaminado a la unidad, soberanía y libertad del por mucho tiempo inexistente estado italiano. Aunque la paternidad oficial del idioma italiano se atribuye a  Alessandro Manzoni, fue Dante Alighieri (1265 - 1321) quien primero proclamó la necesidad de crear un patrón lingüístico, el toscano, como base común de una lengua unitaria para todas las ciudades estado de la península y quien vertebró este anhelo en sus conciudadanos con su obra maestra. En lo político, defendió incluso por las armas la insumisión a los reyes extranjeros que la dominaban y fue esta actividad política y no su innegable calidad literaria la que le acarreó el destierro y varias condenas a muerte, una vida errante y perseguida, su viaje al purgatorio y al infierno, su Divina Comedia.


Dante nació en la más rica de las ciudades italianas, Florencia, en una familia de las más comunes, hijo de un comerciante enriquecido y una joven noble que aportaba en el matrimonio dignidad al linaje y que moriría siendo muy joven. En pocos lugares como Florencia se juntaban tantos poetas y artistas, y tanta riqueza, como para dejar entrever las glorias del futuro Renacimiento, pero no era el arte, sino las luchas políticas entre los partidarios de la sumisión al Papa o la supremacía imperial las que hacían estremecer a la ciudad del Arno.

Hasta que tuvo suficiente edad para entrar en esta guerra, Dante fue un poeta, iniciador del dolce stil nuovo, que modernizaba la poesía trovadoresca con sus versos a Beatriz, el ideal del amor puro, la donna angelicata a la que había visto una vez cuando ambos tenían nueve años y a la que no conoció hasta poco antes de la temprana muerte de ella, a los 24. Esta actividad literaria, muy notable y reconocida pese a su juventud, y su participación militar en la guerra del bando güelfo contra los gibelinos, le permitió, tras la victoria, formar parte del Consiglio de la ciudad desde el año 1295, y cuatro años después convertirse en uno de los seis hombres que gobernaban Florencia.

Las luchas internas entre los vencedores, no obstante, comenzaron a aflorar poco después y su prestigio como poeta y pensador se vio afectado por rumores de aficción al juego que, al cambiarse las tornas, devinieron en una acusación de malversación de fondos públicos, su destierro, la confiscación de todos sus bienes y la condena a morir en la hoguera si volvía a pisar Florencia. En el destierro, que le llevaría a errar por toda Italia, escribió sus obras políticas más influyentes, y su mejor poema, la monumental Divina Comedia. En 1315 ya era tal el poder de su nombre que las autoridades florentinas le ofrecieron volver a la ciudad, eso sí, a cambio de reconocer públicamente su culpabilidad ante los vencedores, vestir ropas de penitente y pagar una fuerte multa, cosa que rechazó y por la cual volvió a condenársele en ausencia, esta vez a morir decapitado.

Desde entonces y hasta su muerte Dante vivió acogido como secretario personal del Duque de Rávena. Enviado a una misión diplomática en Venecia contrajo la malaria y falleció pocos días después de su regreso. Allí, por expresa voluntad, continúa enterrado pese a los múltiples esfuerzos de los florentinos por ser depositarios de sus cenizas.