Srinivasa Ramanujan fue una de esas personas absolutamente brillantes destinada a ser un talento desperdiciado más, perjudicado por la doble injusticia histórica del etnocentrismo occidental, ese que limitaba el mundo a la pequeña parcela fortificada que era el Norte desarrollado, y la arrogancia que vetó durante siglos el acceso al conocimiento a los pobres, a las mujeres, a las minorías. Con Ramanujan, un extraño genio al servicio de las matemáticas, hubo suerte porque alguien le dio una oportunidad permitiendo que se descubriera su obra, aunque los mismos acontecimientos lo condujeran a una muerte temprana.
miércoles, 7 de noviembre de 2012
by Marta Hernández / Ilustración: Aurelio Lorenzo
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